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  • Conformaciones y configurantes espaciales- materiales/ Espacio “vacío”

  • Cuerpo- Corporeidad autobiográfica

  • Conformaciones y configurantes espaciales- materiales/ Espacio “vacío”

 

El espacio (vacío- cartesiano) se fundamenta desde un cuerpo cosificado, como objeto, concebido como lugar central en la organización de una construcción metodológica: como punto de vista en el sistema de perspectiva cónica, como ojo o mirada situada en el infinito en el sistema de proyecciones diédricas o paralelas (método elaborado por Monge). Este espacio cartesiano, basado en el dualismo mente-cuerpo, deviene abstracto porque suprime no sólo los cuerpos situados sino cualquier información sensible que su potencial multisensorial puede conocer. Este espacio vacío- cartesiano se define en una relación disyuntiva entre Yo y mundo (sujeto/objeto).

Si el espacio (vacío- cartesiano) posee características como la isotropía, es decir no posee direcciones privilegiadas ya que no hay cuerpo alguno en él que lo habite, el espacio lugar- sensorial se determina por variaciones cualitativas de direcciones, proyecciones intencionales, etc. Las relaciones geométrico matemáticas son reemplazadas por estas otras relaciones construidas desde un cuerpo situado y diferencial con respecto a otros, inmersos en atmósferas también cualitativamente disímiles.

Las conformaciones espaciales y materiales dejan de ser consideradas en términos de “espacio” cuando son habitadas por los cuerpos situados, en sus percepciones diferenciales y en sus relaciones intersubjetivas, en sus tácticas de apropiación espacial. Las conformaciones espaciales y materiales, en tanto organizaciones en términos de manifestaciones fenoménicas, sensibles, aprehendidas por la percepción sinestésica y cinética de un cuerpo multisensorial se conciben en términos de hibridación de conformaciones:

(…) a este particular sistema formal ubicado en la zona de ambigüedad entre las espacialidades recintuales y plásticas, obedece al deseo de expresar lo más diáfanamente posible la compleja pero no inefable experiencia mental de percibir simultáneamente un continuo espacial a punto de fragmentarse en sucesivos recintos, o un débil recinto a punto de diluirse o fluir en un continuo espacial. (J. E. Pokropek)

Esta hibridación o ambigüedad entre las conformaciones espaciales (“espacialidades”, “sistema formal”) entre recintos o adición de recintos y continuidades espaciales, como señala Pokropek, habilita la experiencia diversificada del cuerpo, en su percepción  y en sus tácticas de  apropiación, habilita el desplazamiento del cuerpo particular y autobiográfico inmerso en un espacio concreto de afecciones y acciones.  

                                                                                          

Los configurantes espaciales- materiales [1] se conciben en este glosario en términos de unidades mínimas de conformación, partes interdependientes de un sistema formal- material o de conformación espacial  (abierto o cerrado) ya sea generado desde un procedimiento estereotómico o tectónico.

 

[1] Los aquí llamados “configurantes espaciales- materiales” se basan en las “Entidades configurativas arquetípicas” propuestas por J. E. Pokropek en su libro “La Espacialidad Arquitectónica. Introducción a sus lógicas proyectuales para una morfología de las promenades” (2015).

Link a material didáctico: "Configurantes espaciales"

 

  • Cuerpo- Corporeidad autobiográfica

 

Comprendemos al cuerpo como una unidad psico-física, fuera del dualismo- separación mente- cuerpo postulada desde la modernidad (Descartes). -Somos- un cuerpo en oposición a esta idea moderna de que -tenemos- un cuerpo, nos -construimos- un cuerpo, es decir, nuestro cuerpo es una construcción cultural, colectiva e individual no siendo en consecuencia una entidad a-histórica, a-temporal.


Marcel Mauss afirma que “Las técnicas corporales requieren de un aprendizaje, ya sea consciente o inconsciente (…) Las técnicas corporales son normas que rigen nuestros movimientos y gestos, aparentemente naturales”. Por otro lado E. Goffman afirma que “(…) todo está determinado socialmente, y por lo tanto hay una estrecha relación entre cultura y personalidad (…) hay una tercera instancia entre la cultura y la personalidad: el cuerpo. Es decir, la cultura se encarna. Lo social penetra hasta en los ínfimos actos cotidianos.”.

 

La cultura es entendida así como una forma de disciplinamiento y control del cuerpo, de sus gestos, conductas “maneras de hacer” (M. De Certeau) en el espacio y con los objetos cotidianos. Frente a ello el cuerpo ofrece una resistencia, la de su propia historia, su biografía, la del deseo: “las máquinas deseantes que se escapan a esos códigos. En estos términos, el deseo es una fuerza productiva de flujos nomádicos y ligas revolucionarias” (G. Deleuze- F. Guattari).

 

El cuerpo como máquina deseante, de proyecciones imaginarias, es condición de apertura hacia lo nuevo, de apertura hacia lo posible. Esto tiene consecuencias fundantes para la arquitectura ya que -deconstruir- el cuerpo normativizado por la cultura y a propia arquitectura: la figura humana genérica (cuerpo de todos y de nadie a la vez), ahora implica reconstruirlo como autobiográfico y singular (de identidades múltiples), en las prácticas de Morfología II-A será el cuerpo del propio estudiante.

 

Este pensar el cuerpo habilita a innovar en configuraciones espaciales otras, imaginar otras posibilidades a las configuraciones convencionales y las experiencias corporales que genera. Desde Morfología II-A será un cuerpo auto-biográfico orientado hacia la acción performática, en términos de capacidad de re-invención, de juego y desvío de las prácticas o tácticas de apropiación espacial desplegadas en el espacio arquitectónico y urbano de nuestra cotidianeidad.
 

En este sentido la performance  (como arte-acción) puede ofrecer a la arquitectura una mirada crítica sobre el cuerpo auto-biográfico, singular y múltiple: “En el performance no se busca la integración a la normatividad sino que, por el contrario, busca la transgresión de lo establecido (…) El cuerpo es instrumento de comunicación, medio de transmisión de sentimientos, del pensamiento, de la razón y de la emoción.” (J. Alcázar).


El cuerpo estable de la figura humana y su verticalidad fijada respecto del plano de suelo desconoce que “la relación con la gravedad cambia sin cesar y atraviesa diferentemente los cuerpos y sus movimientos. Los cuerpos en movimiento no cesan de redesplegarse por relación a su acuerdo con la gravedad y es por eso que no puede de pensar la danza a partir de un cuerpo fijo, sino de las dinámicas de movimientos. (M. Bardet).

 

Es así como el cuerpo autobiográfico puede aliarse con la danza, o bien la performance: “En esta lucha que desvía la oposición (pesado/ligero) al reflejarla en direcciones múltiples, se dan a ver imbricaciones de la materia con las fuerzas de movimiento. La claridad de esta descripción de la tensión gravitatoria vuelta sensible a través de los juegos de la materia desviados de la oposición entre lo pesado y lo ligero deja aparecer la danza entre las líneas de la arquitectura como juego de fuerzas gravitatorias.” (M. Bardet).

[2]J. Alcázar afirma que los artistas de performance “(…) utilizan su cuerpo para exponer e investigar hábitos, prácticas y costumbres rutinarias para hacerlas conscientes y, en su caso, transformarlas (...) propugnan una perspectiva pluralista, interpretativa y abierta. En el performance no hay una narrativa dominante pues se abre a un sinfín de posibilidades”.

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