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O - P - Q

  • Parasitismo- Emplazamiento

  • Piel -Filtro- Configurantes

  • Procedimientos estereotómico y tectónico. Arquetipos espaciales: cueva y cabaña

  • Proxemia- Micro-conformaciones

  • Parasitismo- Emplazamiento

Comprendemos el emplazamiento primariamente como un entrelazamiento temporal (con- textual) de dos situaciones- tiempos diferenciados y asimismo al concepto de lugar apropiado.

"Emplazar" no sólo significa colocar un objeto en un lugar, también supone dar razón de ese encuentro. Porque emplazar es simultáneamente en-plaza y en-plazo (…) el lugar como si fuese una hipótesis del porvenir, del mismo modo que puede hacerse con la memoria de lo no construido o lo ya inexistente (De Molina).

De Molina lo define en términos de anticipar la “resonancia” de la arquitectura que opera desde la transformación. Ésta es la que altera dos situaciones temporales, a través de la materialidad del proyecto, en una imbricación e hibridación casi simbiótica, permeable.

Por ello puede asimilarse el Emplazamiento al Parasitismo o como una forma de emplazar: “Solapamientos de una cosa sobre otra”/ “Acoples”/ “El encabalgamiento implica similaridad y simultaneidad de tamaños, fuerzas, tensiones y situaciones.” (Gausa, M.; Guallart, V.; Muller, W.; Morales, J.; Porras, F.; Soriano, F.)

Es así que la hibridación del proyecto contemporáneo implica: “simultaneidad de realidades/ “no ya de cuerpos armónicos sino de escenarios mestizos”/ “Informaciones solapadas e interconectadas a la vez”/ “(infra) estructuras imbricadas y diferenciadas”/ “Hibridación”/ “Coexistencia”/ “Pérdida de pureza”/ “Encuentros impuros: acoplamiento entre tipos, especies hermanados, en conexión directa y flexible entre elementos de naturaleza eventualmente opuesta que pueden dar lugar a nuevas situaciones de cooperación”/ “Imbricar potenciales disolviendo los antiguos perfiles unívocos (puros, estancos)”.  (Gausa, M.; Guallart, V.; Muller, W.; Morales, J.; Porras, F.; Soriano, F.)

 

  • Piel -Filtro- Configurantes

Comprendemos al filtro como un tipo de piel arquitectónica que efectúa una selección (tamiza), un recorte de un espacio a otro. Esta selección produce siempre una transformación perceptiva (desde un cuerpo multisensorial) ya que algo deja pasar y algo oculta, no hay opacidades ni transparencias puras sino una condición intermedia (un entre dos). Esta potencialidad de transformación del filtro puede ser de la -espacialidad- misma a través de la luz, la sombra y el color (proliferando atmósferas materiales), o bien, a través de los cuerpos (proliferando percepciones de otros cuerpos), incluso del cuerpo propio, fragmentándolo, deformándolo, etc.El filtro es en sí un proliferador de posibilidades de transformación.

“La arquitectura del filtro es consecuencia de este borde activo de relaciones que produce la transformación del espacio material y la aparición de un nuevo espacio emocional. Mediante la disipación perceptiva del espacio se alcanza una indefinición visual y, con ello, una realidad imprecisa que define una nueva atmósfera arquitectónica.”(M. Guitart).

Una “Piel osmótica que criba la mirada ajena mediante sucesivos tamices, o bien traza aberturas sutiles y destapa parcialmente espacios interiores, se altera la transparencia mediante la subjetividad, la ficción y el juego, es el límite de lo compartido.” (Editorial Revista Quaderns).

  • Procedimientos estereotómico y tectónico. Arquetipos espaciales: cueva y cabaña​​

Consideramos la -estereotomía- como un procedimiento que se correlaciona con el espacio rugoso del arquetipo Cueva. “(…) El espacio mínimo interior se obtiene por extracción de los bloques dentro del cubo (…)” (T. Ito sobre la casa de S. Fujimoto)

 

El procedimiento generativo -estereotómico- que toma como origen la masa sólida sin interior (el lleno) que por sucesivas operaciones sustractivas- extractivas de la misma se llega a un espacio interior habitable (el vacío). Dado que en la operatoria la masa sólida permanece en una gran proporción con respecto al vacío fruto de la sustracción determina una arquitectura “muraria”, por el espesor habitables de sus superficies (pieles) determinando una fuerte oposición entre el espacio interior y el exterior, logrado esto a través de una interioridad fuertemente delimitada de espacios adicionados, “laberínticos”, relativamente independientes entre sí.

Por el contrario, el procedimiento generativo -tectónico- toma como origen el vacío ilimitado (como pura exterioridad) que por sucesivas operaciones aditivas de configurantes aislados (planos, líneas, superficies espaciales) y ensamblados por ciertos modos de enlace o ensamblaje (inflexión, dualismo, articulación, yuxtaposición) se llega a un espacio interior y habitable (el vacío).

Esta operatoria por construcción de un ensamblaje por adición de superficies delgadas (pieles) determina una arquitectura “laminar” con escasa oposición entre el interior y el exterior ya que un rasgo de su espacio es su continuidad y fluidez, aún en el mismo interior. Cabe señalar que ambos procedimientos no son excluyentes ente sí en la arquitectura, incluso contemporánea.

  • Proxemia- Micro-conformaciones

Comprendemos la proxemia como una relación de distancia íntima entre el cuerpo y la piel arquitectónica. Así lo comprende también R. Barthes[1]: “Por mi parte utilizaré la palabra solamente al espacio restringido que rodea inmediatamente al sujeto: espacio de la mirada familiar, de los objetos que podemos alcanzar con el brazo, sin movernos; espacio privilegiado del sueño, del descanso, del trabajo sedentario en la propia casa: la esfera del -gesto inmediato- (…) el metro cúbico de los gestos a partir del cuerpo inmóvil: microespacio”.

 

Si la proxemia es una dialéctica de las distancias entre cuerpo y piel arquitectónica (material) la cual establece un modo de -espacialidad-, habrá otros modos (otras distancias) que habiliten al cuerpo, no ya inmóvil, al movimiento, al desplazamiento y a la relación con otros cuerpos. Podría afirmarse que la proxemia son cajas dentro de cajas, o bien, -espacialidades-  dentro de -espacialidades-.

 

[1]“A la noche: me acuesto, apago la luz, me hundo en las cobijas para dormir. Pero tengo ganas de sonarme la nariz. En la oscuridad, estiro el brazo; alcanzo, sin equivocarme el primer cajón de la mesa de luz, y en el cajón, no menos infaliblemente, un pañuelo que está a la derecha. Vuelvo a ponerlo en su lugar y a cerrar también infaliblemente. Éste es el episodio tipo que permite plantear la noción de proxemia.” (R. Barthes)

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